Hasta el momento, la climatología ha sido benévola con nuestro bolsillo y, todavía, no ha sido necesario encender la calefacción. Pero antes o después llegará el frío. Y los precios están como están. Y cualquier pequeño gesto puede contribuir a reducir nuestra factura de gas.

Con pequeñas acciones en el día a día puedes conseguir ahorrar un 7% - 8% el consumo del gas. Te las contamos.

1. Calderas de condensación: son las más habituales hoy en día. Son calderas estancas con un sistema de recuperación de la energía generada por la condensación de los humos producidos en la combustión. Este sistema supone un ahorro de gas de un 30% respecto a calderas de tecnologías anteriores.
2. Ajustar la temperatura de la caldera. Con una caldera de condensación, la temperatura recomendada para el agua caliente sanitaría se sitúa entre 40 y 50 grados, y para la calefacción entre 50 y 60 grados.
3. Uso de termostatos: El termostato digital es un dispositivo esencial para reducir el consumo energético ya que nos permite programar las horas en las que se desea tener encendida la calefacción y a qué temperatura. Aunque la temperatura recomendada se sitúa entre los 20 y 22 grados, los expertos de IDAE (Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Energía) recomiendan las siguientes temperaturas:

• • Temperatura de confort: 19 °C - 21 °C
  • Temperatura durmiendo: 15 °C - 17 °C
  • Temperatura para bebés: 22 °C - 24 °C

Recuerda que cada grado menos de temperatura media en una vivienda supone reducir en torno al 8% el consumo de energía de la calefacción.

4. Aislar la vivienda. Disponer de un buen aislamiento de la casa en puertas y ventanas es clave para no derrochar dinero en calefacción. Hay diferentes formas de incrementar el aislamiento térmico:

• • Instalación de paneles aislantes en paredes, techos y suelos: pueden ser de celulosa, corcho, lana de vidrio o roca, poliuretano y poliestireno.
  • Ventanas: sustituir las viejas ventanas por unas nuevas de doble acristalamiento puede suponer un gran ahorro en calefacción. En su defecto, la colocación de burletes en ventanas consigue cierto aislamiento.
  • Uso de las persianas: proporcionan cierta resistencia térmica; por lo que bajarlas, una vez ventiladas las estancias, ayuda en gran medida a conservar el calor del hogar.
  • Cortinas térmicas: son un tipo de cortina fabricada con materiales que actúan como aislantes térmicos. Se pueden colocar entre las ventanas y las cortinas decorativas o bien sustituir a las cortinas habituales.

5. No cubrir los radiadores: los cubre-radiadores o cualquier otro elemento que obstaculice la salida de calor (por ejemplo, embellecedores, muebles o ropa secándose) impiden llegar a la temperatura deseada e incrementan el uso de la caldera y, por tanto, de la factura.
6. Calefacción por zonas: lo ideal es instalar termostatos individuales o de radiador por zonas para poder regular la temperatura según el uso de cada estancia de la vivienda. Si no es posible, se puede cerrar el paso de agua en los radiadores de las habitaciones que no se usan y cerrar sus puertas para dejar aisladas esas estancias.
7. Purgar los radiadores antes del primer encendido de temporada de la calefacción: cuando un radiador tiene aire en su interior emite menos calor porque las burbujas de aire están ocupando el espacio del agua caliente. Como consecuencia, hay que subir más la temperatura en el termostato, es decir, que la caldera trabaje más, para alcanzar la temperatura deseada.
8. Realizar un mantenimiento periódico de tu caldera: además de la inspección obligatoria del gas natural, sólo una revisión periódica de la caldera garantiza que la eficiencia, rendimiento y seguridad de la instalación sean las adecuadas.

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Cómo reducir el consumo de gas en calefacción. SAT Madrid, reparación y mantenimiento de calderas